jueves, 22 de junio de 2023

Entrenamiento expedicionario


“Los seres humanos tenemos la capacidad innata de aprender y de establecer racionalmente nuestros objetivos de vida y por ello de modificar nuestra conducta en función de alcanzarlos”.

Alimentación de calidad, actividad física sistemática, armonía emocional, independencia, autonomía y otras variables similares integran el campo de lo que debería ser, conceptos compartidos, aceptados y difundidos por la mayoría absoluta de las personas adultas, pero, ¿por qué no se practican en la vida cotidiana? En principio, porque todos ellos exigen algún tipo de esfuerzo y/o sacrificio.

Las actividades lucrativas, sin las cuales no podríamos resolver nuestras vidas, para muchas personas son el único campo donde vale esforzarse y mayormente son actividades con poco impacto físico, asumiendo que una vez cumplida la jornada laboral solo queda espacio para el descanso, entendiendo a este como un coctel de confort, goce y hedonismo. En un momento, en el que el conjunto de la civilización occidental comparte el paradigma algofóbico, fobia a cualquier tipo de dolor o sufrimiento y a la vez, hemos creado las condiciones para acceder a elevados niveles de confort, certidumbre y estabilidad en casi todos los departamentos de la vida, la sola idea de un esfuerzo físico, de la suspensión de un placer gastronómico o de la exposición a los elementos espanta a un segmento muy importante de población. Es cierto que podemos obtener grandes y duraderas recompensas a través del ejercicio físico, también satisfacción porque despliega una reconfortante segregación de dopamina a nivel cerebral, encontrar este punto es muy importante para adoptar una rutina de entrenamiento, pero demanda algún tiempo de práctica hasta hacerlo parte del estilo de vida, es cierto que desde un punto vista más racional los beneficios del entrenamiento son comprensibles para todos: mejor aspecto físico, más salud, mejoras significativas en el estado de ánimo, nuevos espacios sociales y balance de la autoestima.    

Sea para formar parte de desafiantes expediciones a montañas remotas, mover enérgicamente al carro del supermercado, defenderse de un ataque, llevar en brazos a un herido y/o empuñar una herramienta, siempre será bueno poseer cualidades motoras bien desarrolladas, fuerza, balance, movilidad, resistencia y un consistente estado de ánimo para enfrentar armoniosa e inteligentemente la adversidad del origen que sea, porque la vida misma nos pone los desafíos en forma aleatoria y sin aviso previo.

El programa de entrenamiento expedicionario consiste, básicamente, en un proceso lógico, sistemático y metódico desarrollado para alcanzar adaptaciones en la conducta y mejoras en la motricidad, optimización de los sistemas energéticos y un consistente incremento de la capacidad cardiopulmonar, en función de las significativas demandas que impone el ascenso de una montaña, teniendo una proyección a cualquier actividad que requiera toma de decisiones, esfuerzo, sacrificio y focalización. Si bien, es común que el entrenamiento se centre exclusivamente en los aspectos del rendimiento físico y técnico, no se debe descuidar el campo cognitivo ni el emotivo, porque dan sostén a la acción, sobre todo cuando los riesgos son altos como en el montañismo.

El modelo de entrenamiento que proponemos integra lo físico, táctico y conductual en todas sus secciones de ejercicios, entre los que se encuentran: fuerza con pesas, funcionales y sesiones de larga duración multidisciplinares y complejas para estimular el funcionamiento bajo presión operacional, incorporando: ascensos, extensas caminatas con sobrecarga, trote, cuerdas, orientación, ciclismo por senderos, simulacros de rescate, vivacs, campamentos, refugios y otras alternativas, llevadas a cabo de día y de noche bajo cualquier condición climática, con los objetivos de aportar a mejorar el proceso de toma de decisiones, intrepidez, orientación espacial y variedad motriz. Los circuitos y maniobras están basados en un plan de operaciones que debe permanecer vivo en la mente de los participantes al ejecutar cada sesión de entrenamiento, cuyo principal objetivo es incrementar sus capacidades de conservar, incrementar y perfeccionar el control situacional, potenciar el trabajo en equipo y verificar como se manifiesta el liderazgo.

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